Durante el Ministerio de Charles Haddon Spurgeon, conocido como "El Príncipe de los Predicadores", sucedió un hecho que conmocionó a la opinión pública de Londres: El Pánico del Teatro de la Música (Año 1856). La congregación de New Park Street Chapel, que pastoreaba Spurgeon, venía de alquilar el fabuloso recinto del Exeter Hall, pero ante la negativa de sus dueños de continuar su arrendamiento, se procedió a contratar el Teatro de la Música como sede de las conferencias.
La multitud iba en forma masiva a escuchar a Spurgeon, lo que suscitaba toda una campaña en contra de su persona; sobre todo a nivel de la prensa escrita. Metódicamente se atacaba su figura, calificándole a veces de payaso, otras retratándole como un mico grotesco, y así sucesivamente. No obstante, algunos piensan que esto causaba más curiosidad en las personas por ir a verle.
La noche en que se inauguraban las reuniones en el Teatro de la Música; algunas personas con intereses oscuros fueron con la intención de sabotear el acto. En medio del servicio, y estando el recinto completamente lleno, se levantaron de sus asientos gritanto ¡Fuego, Fuego!
El resultado no se hizo esperar:
La multitud inmediatamente se excitó de una manera terrible y se lanzó a las puertas, hollándose unos a otros, y ocasionándo la más espantosa escena de desolación y muerte. Aunque el Sr. Spurgeon desde la plataforma retuvo su presencia de ánimo y con voz estentórea suplicó a la multitud que permaneciera tranquila, sin embargo, el alboroto fue demasiado grande, y la excitación tan enorme, que le fue imposible dominar la Asamblea. Algunas personas sufrieron la muerte en el edificio, y otras muchas fueron heridas, más o menos gravemente. Spurgeon trató de seguir adelante con el servicio después que la policia hubo sacado los muertos y heridos, pero la excitación no era fácil de calmar, y por eso, con unas cuantas palabras de consejo y exhortación, francas y sinceras, terminó el servicio.Este episodio tan crudo en la vida de Spurgeon nos muestra cómo su temple fue llevado al máximo. Algunos sostienen que en esta ocasión esforzó tanto sus nervios que empezó a sufrir la terrible enfermedad que lo llevó al sepulcro treinta años después. La prensa empezó a culparlo de las muertes ocurridas. ¿Cómo reaccionariamos algunos de nosotros frente a un panorama similar? ¿No es cierto que muchos pensaríamos en "tirar la toalla"?
A pesar de esto, Spurgeon continuó con las reuniones, y poco a poco su perseverancia vio su frutos; los ataques de la prensa cesaron, la oposición a su ministerio también cesó al no encontrar nada en qué acusarle con base.
La actitud de Spurgeon, su constancia y fidelidad a Dios, la capacidad de levantarse por encima de los problemas, además de ganarle un puesto privilegiado en la historia del cristianismo, son un ejemplo para todos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario